viernes, 4 de febrero de 2011

Narrador de encíclicas para genios
(La del Inge, su YO y su OTRO YO más.)

Tal vez debería empezar como se supone, nació, creció y todas esas minucias que poseen atractivo pero a veces carecen de importancia y a veces no. Así que basándome en las palabras que él mismo dijo algún un día «todo hombre tiene dos nacimientos, el primero biológico y el segundo, conciencial», asumo que también tiene dos concepciones y dos muertes y tal vez otras situaciones de a dos. El Inge, se concibió a sí mismo por segunda vez, sólo sobre su propia cama, mientras padecía la convalecencia de una apendicitis itinerante que le permitía dormir de día y leer de noche. Fue cuando se hizo hijo de Gabo, mientras “Cien años de soledad” inundaba su hipotálamo de quinceañero durante cuarenta y ocho horas de lectura interrumpida que terminaron por acomodar el saco gestacional.





Nació dos años después, en el seno de una biblioteca esmirriada de libros heredados y redescubiertos y de otros a los que la red mundial comenzaba a dar paso en formato PDF, paliativo de alguien que prefería invertir su mesada sabiamente en labrarse una decente muerte en medio del humo del cigarrillo que en comprar libros físicos. Los electrónicos piratas pronto llenaron cientos de estantes en doscientos megabytes de su disco duro y se sorprendió el día en que tenía más libros digitales que los que habría leído todo su árbol genealógico y se propuso leerlos todos. Desde luego primero leyó todos los libros de Gabo y después fue por orden alfabético, hasta que tropezó con los clasificados bajo Autor Anónimo y ahí se quedó el día que decidió nacer. Los libros de autor anónimo eran muchísimos y el monitor le cansaba la vista. Extrañaba el papel, pero el viejo, el humilde el que tenían las páginas de “El Velero de Cristal”, las páginas de papel sabana de segunda, ligeramente ásperas y olorosas, las páginas de “El Hombre que calculaba”, estiró la mano hasta su estante físico y ahí estaba. Lo leyó nuevamente, raudo, extasiado, casi concupiscente hasta que se paró en seco. «Me cago». Supongo que dijo eso. Descubrió que si la penúltima esclava idéntica de la última prueba en el libro respondía “Si”, todo se iba por el caño. Lo cerró y se sintió triste. La tristeza lo acompañó hasta la hora de la cena, cuando su padre le preguntó que iría a estudiar en la universidad, «Historia del Arte, en La Paz» fue su elección. «Lo siento, no tenemos dinero para enviarte a La Paz, mejor estudia algo aquí que te pueda dar dinero en el futuro y no una carrera de jailon», fue la respuesta del Padre. Esa noche fue el doloroso parto de su segundo nacimiento, tras veinticuatro meses de gestación, decidió recibirse a sí mismo en este mundo con una misiva tanto purgatoria como balsámica. Ese fue su primer escrito, «La carta de autodiagnóstico y auto sicoanálisis más acertada de la humanidad, pero también, la peor escrita», me dijo alguna vez.
Durante sus años de estudiante en la Carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad, se Extravió.
Durante los años vividos en la Carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad, descubrió muchas situaciones heréticas, sobre la vida, las amistades, el sexo y la política, pero «Gracias al Tata y al Tío», como alguna vez decía, también conoció el amor sin herejía de ninguna clase.
Una tarde de enero, siete años después de su nacimiento, concluyó sin cabida para eufemismo alguno, que su vida estaba estancada, agarró su computadora, el microondas de su madre, sus botas texanas, sus gafas Ray Ban, algo de ropa y su ejemplar físico de “Cien años de soledad” y partió rumbo a La Paz para reencontrar a la mujer que amaba y abrazar la cotidiana certidumbre de la sinceridad detrás de un escritorio, no sin antes resolver con pirotecnia de cocina, las doscientos veintidós hojas de «Mierda impresa» que había acumulado entre sueños, deseos y experiencias.
La benévola La Paz le acogió con las puertas cerradas. El Inge terminó cargando maletas de gringos en un hotel cinco estrellas gracias a haber dedicado sendas horas al aprendizaje del inglés para leer una vieja copia de “The King’s Lear” que una vez terminada le habría valido lo mismo no saber inglés para leerla pues las expresiones le eran incomprensibles.
Fue en ese entonces, cuando su adolescencia de natos-posteriori empezó a dejar en libertad a sus seres elementales y terminó por sucumbir al aire, a su otro YO. Escribió cuentos, novelas y tuvo la primera aproximación a su primera muerte. Escribió un guion de cortometraje.
Luicciato, un hombre que no tiene la menor idea de la aplicación de la aritmética elemental, le acompañó desde la primera vez. Sobrio, serio y entusiasta, aunque de poca resistencia física, de apariencia de mendigo intermitente, no por falta de dinero o por aire de poeta audiovisual, sino simplemente por la vocación de rendirse, de ceder ante la entropía de armario; firme creyente y practicante de la “Ley de Murphy”, amante del futbol. También de salud endeble, aunque es menester decir que probablemente sus problemas de salud son de origen fisiológico y no mental como los del Inge. Pero eso sí, en rodaje, es otro.
Acerokitty. Otro de los fundadores, poseedor de un ojo certero, aunque jamás educado, para la fotografía cinematográfica (asegura lo contrario), dueño de varias personalidades, cuando menos tres, todas introvertidas, suele recurrir a sus múltiples pre infartos imaginarios cuando está acorralado por la vida, los que milagrosamente desaparecen cuando está en rodaje y su fortaleza es de las más levadas.
El Zar. Fuerte, ineludible, culto, silencioso y misógino, primer convocado. Eso es todo. Es actor, a propósito. Gozó de la secreta fama de “gay macho” por un corto tiempo hasta que el veredicto volvió irrefutable a la primera concepción: inextinguible e irreconciliable misoginia. Es un hombre de Ley. Lo da todo de acuerdo a la proporción que le dicten sus multiples reglas (aunque puede ser sólo una) que sigue con inquebrantable firmeza. Tiene clara su fe y su credo (el único).
Huggy (jagui). Es un contraste permanente, pero él es permanente. Ha buscado y probablemente continúe buscando un bastión moral y religioso que le ayude a comprender el mundo, lo que va a resultar difícil pues es como tratar de llenar un vaso que ya está lleno. Desde la mitología nórdica y los Vedas, pasando por la Gnosis, el Teo Sofismo y todas las religiones mayores de nuestros días y terminando en la esperanza de ser abducido junto a sus seres queridos por su nave nodriza o que el mundo se vaya de plano de una vez a la mierda, lo que no le impide seguir viviendo con pasión y seguir tratando de llenar su copa que hace años rebalsa. Es un eximio dibujante y un buen escritor, aunque el Inge diga que no. Es otro actor, a propósito. Segundo convocado. Durante algún tiempo fue conocido como Jalaquiel, el ángel de la venganza blanca. Ahora no.
Sergito. Ha dominado el arte de seguir siendo un niño. Con un metro y ochenta centímetros repartidos en más de ciento diez kilogramos, un cigarrillo en la boca y un vaso de cualquier alcohol potable en la mano, sigue siendo un niño y lo seguirá siendo hasta su más carcomida vejez. Honesto, avispado y de mente clara, como son los niños. Terco también, aunque sin berrinches, en vía pública. El momento de su convocatoria es aún dudosa.
Debo mencionar seguramente al número que extraña el Inge, es el 154 es así de sencillo. Un número especial, los polvos de un verano en Menorca, la cantidad de cigarrillos que el Inge se fumaba en medio mes o el coeficiente intelectual de un genio o de dos idiotas.
El Inge había liberado hace tiempo a su YO y los escritos fluían a ritmos casi inverosímiles, aunque la calidad se limitaba a ser estrictamente aceptable. Su YO un día se sentó en el pequeño escritorio que daba a la calle bulliciosa del mercado en la Zona de San Pedro, cerró las cortinas para estar más a gusto, encendió un cigarrillo mientras el Zar se acomodaba silenciosamente a su lado y comenzó a escribir. Todos intercalaban un tercer asiento en las proximidades durante los tres días y noches que su YO no paró de escribir al lado del Zar. A las veintiún horas del ultimo día su YO habló, «Vamos a comprar cigarro». El guion de la película “Nuestra Penuria” había terminado de ser escrito.



Tardaron mucho tiempo, ahora en plural, en establecer las condiciones ideales para iniciar rodaje, buscaron dinero propio y de familiares y amigos, pues como siempre La Paz y sus benévolas puertas cerradas les reafirmaron la historia. Convocaron al mejor equipo técnico que un rodaje pueda desear, gente con razón y corazón. Fue un tiempo muy interesante en el que aparecieron nuevas personas, una les acomodó el concepto de trabajo real y bien impreso en la retina: La Comadre Primigenia; otra les trajo un glamour inusitado: el Comadrón; algunas se acercaron como gatos huidizos y otras con la decisión irrevocable de no moverse de su lado jamás sólo por la flojera de trasladar su peso de morsa o paloma hartada. Entre todas las queridas, están hasta hoy La Comadre y el Compadre, en realidad merece ser plural también, aunque es mejor individualizar por las individualidades pero es mejor generalizar sino tendría que escribir muchas veces la misma palabra. Pero todos ellos son poseedores a perpetuidad de su propia historia y sus propias páginas. Tal vez deba mencionar también al favorito del Inge: Kubrik con una de sus obras maestras.
Cómo no mencionar al que acudió. Al Tano, eximio actor con más de cinco años de experiencia en las tablas, cintas y alcobas del país. Un ser puramente instintivo, agradable al trato y a la vista. De esas pocas personas a quienes si les pides sangre, dan toda la que tienen y con su último aliento esperan que no necesites más. A propósito, es hermano del Inge. Quién sabe si habiendo llegado hasta aquí deba describir a todos los involucrados en la muerte, pero con todo lo que he escuchado en interminables diatribas quiméricas, sé que tengo suficiente conocimiento y duda como para explayarme en más de doscientas hojas. Algo diré, de acuerdo a lo que se me dijo. El máximo talento sonoro puede coexistir con la máxima ideología política errónea, hay músicos disfrazados de productores, Actores (el gran primero) y actrices (la gran primera también) verdaderos hombres y mujeres que supieron regalar al Inge y a todos, sus más entrañables imaginarios; también hay equipos técnicos de técnicos jefaturales que entre todos poseen a perpetuidad un pedazo en el rincón más torcido del alma del Inge y del YO, también hay a quienes ninguno de los dos jamás olvidarán así como los los hay de quienes no quieren acordarse y de algunos cupones o tiquetes para cambiar engaños por desengaños.
Se terminó el dinero, se terminó la película, se terminó la exhibición y se terminó de terminar el dinero, franco corolario a las reuniones en las que el Inge aportaba proyecciones económicas de proporciones catastróficas que terminaron por convertirse en verdades punzantes mientras era abucheado y descalificado por todos los que eran y todos los que estaban que prometieron anchos mares pero nunca encontraron cómo quitar las amarras de su endeble bote.
Cuando el panorama del déficit era diáfano como el aire posterior al escampe de una tormenta, el Inge viajó a Santa Cruz y pasó una noche en casa de la madre de Luicciato, quien en cuanto lo vio se imbuyó de ternura maternal al reconocer en él, el mismo mal que padecía su hijo y que tanto dolor ya le había causado. Al regreso de Santa Cruz, el Inge pasó unos días en Cochabamba y volvió a ver a su padre, a quien hacía sólo una semana que no veía desde la fecha de la pantalla grande y pomposa que vaticinaba entre aplausos un futuro paralelo, pero cuando se despedían, su padre le obsequio quinientos bolivianos y se quedó quieto en el andén observando a la flota retroceder. El Inge, por primera vez, observó a su viejo: viejo. Funcionario público jubilado, afligido en demasía por la inversión estéril de su hijo Ingeniero que tiene al Carbono-14 por Dios y a los Números por Credo y ha cometido la blasfemia de no haber previsto numéricamente ni mierda antes de meter su poca plata en tan rutilante empréstito. Tal vez la muerte de su YO.




Ahí es cuando su OTRO YO asumió el turno. Un ser entristecido por haber declarado la muerte de YO. Aborrece al Inge, más ahora que está estudiando resistencia y cálculo de estructuras para terminar la supervisión del peor puente que tendrá la geografía y vialidad de Los Yungas. Cuando todo había terminado de convertirse en un muy mal resultado, los fundadores y los convocados sabían recomponerse, recogerse, desempolvarse y continuar el camino, pero el OTRO YO estaba lejos, atrás, pétreo en su inamovilidad pues desde La Comadre Primigenia hasta el último de los hombres, dudaban. Tal vez creían que Luicciato, Huggy y Sergito estaban en Tijuana apostando a los gallos y Zar estaba en algún monte asiático, mientras el Inge sentado en una terraza que da al mar en Punta Arenas se regocijaba junto a las eventuales cosechas económicas del triunfo y escribía sobre las cosas en las que en ese “ahora” hubiera tenido certidumbre. El OTRO YO nunca culpó a nadie ni buscó mayor explicación sobre las especulaciones y simplemente quiso entenderse, pero mientras más buscaba alguna razón epitelial, más sentía un “basta” hepático. Se largó a buscar la sinceridad de la seguridad que existe detrás de un escritorio. Curiosamente, el Gerente le dio este trabajo, cercano a capataz, porque vio su película y le gustó mucho.
Pasan los días en laburo y algunas noches con sus viejas compañeras, que volvieron como siempre, intimas, totales y absolutas.



Yo soy ayudante de volqueta del Servicio de Caminos y por las noches le ayudo al Inge o al YO, o al OTRO YO, la verdad no sé. Existe la suposición general de que uno escribe sobre lo que sabe o sobre lo que puede imaginarse, sobre lo que conoce o sobre lo que tiene certeza. Pero humildemente creo que no es así. Creo que se escribe sobre lo que no se conoce, sobre lo que se intuye, sobre lo que no se domina, sobre lo que se desea, con el único propósito de exorcizarse de ello, por eso me inclino a pensar que se trata del OTRO YO.
Por las noches soy luminotécnico de la actividad del OTRO YO, sostengo la linterna mientras él transcribe por completo el guión de su película en las calzadas y barandas del puente y cuando la tripa se lo exige escribe algo extra, pequeño, carente de sentido individual pero yo sé que se trata de una purificación, pero también de una liberación temporal, porque los fantasmas conviven, los duendes de aire están revueltos y todo aquel que ha nacido con la capacidad de escucharlos, tarde o temprano sucumbe y les obedece, o les obedece y sucumbe.
FIN.
Por: Rawi.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Evocaciones...

ACTO 1 ESCENA 1
NARRADOR:
Alguna vez, cuando daban una curva a buena velocidad en una calle oscura, donde habían dado la vuelta miles de veces antes, se encontraron rebotando por los aires porque alguien puso un rompemuelles sin señalización alguna y de la noche a la mañana. Alguna vez se preguntaron quienes diseñaron la Planta de Fundición de Vinto, quienes realmente escribieron la NCPE, quienes diseñaron el Proyecto Manhatan JR. y convirtieron América Latina en un zoológico de Elefantes Blancos. Pues hay una OFICINANGA para ello.

INTERIOR OFICINANGA (Lunes 19-01-09, 17:00:00)
Ingresa la JEFA, mujer oriental, de alrededor de 45 años, pero ella dice 30 (si claro); se sienta a la cabeza de la mesa en la que RAWI se encuentra por segunda vez en su vida. Hay varias otras personas que comparten el oficio de RAWI y también están sentados a la mesa, se reparten algunas hojas en las que están garabateados bosquejos de algún plan de una mente, tan maestra y macabra, como inocente y tonta.

JEFA:
Como podrán ver, hay que ir a Santa Cruz a hacer el trabajo X-24-32-K, yo voy ¿quién viene conmigo?

Un delicado silencio se apodera de la habitación, mientras RAWI, escudriña sus pensamientos.

RAWI (Pensando):
Veamos, tarea X-24-32-K, ojalá no sean más rompemuelles (lee). Pero esta tarea, no sólo es de difícil realización, sino también peligrosa, preferiría quitarle la lasagna a Garfield.

La JEFA vuelve a preguntar quien ira con ella e interrumpe los pensamientos de RAWI. A estas alturas de la reunión, nadie se ha brindado, así que la JEFA comienza a preguntar uno por uno a los asistentes mientras los señala con el índice. «No, no puedo», «No, tengo mucho trabajo», «no, gracias, tengo pendientes» son respuestas que se van escuchando, hasta que le toca a PEPE.

JEFA:
¿Ujte?
PEPE:
Puej voy. (Un paceño acérrimo, tratando de imitar a un camba arrofaldao)
JEFA:
¿Y Ujte?
RAWI:
Agradezco el ofrecimiento, pero temo que debo rechazarlo mas me encantaría argumentar el por qué de mi negativa.
JEFA:
No ej necesario.

Mientras la JEFA, continuaba tratando de conseguir pseudo voluntarios para la encomienda, RAWI pensó en que podría ser divertido aprovechar la oportunidad e ir en busca de los Bloggers, de los cafés y de la Santa Cruz, que hace más de 7 años que no visitaba, sentirse más cerca del hipocentro de la truculenta historia que leyó en el “pasquín de la resistencia”

RAWI:
Siento interrumpir, pero he cambiado de opinión y deseo adscribirme a la comisión…
JEFA (interrumpiendo):
No se hable máj, parten esta noche… RAWI, podej argumentar las razones de tu cambio de opinión a PEPE durante el vuelo si querej…
PEPE:
En ese caso me voy por tierra.

(Todos Rien)
Cae el Telón, mientras las primeras notas de “Trying to pull myself away” de Glen Hansard, comienzan a sonar.

ACTO 1. ESCENA 2.
NARRADOR:

Santa Cruz, se presenta como una carnicería en la que abundan los cortes de todos los tipos, a decir de un servidor, la “colita de cuadril”, es el perfecto. Esa tierra que ha sabido darle un lugar, que no entiendo bien todavía, a la estética, puesto que se puede observar contradicciones marcadas y macabras. RAWI esta solo, sentado cerca de una ventana del Café Lorca, en plena esquina de la Plaza 24 de Septiembre. Se siente aletargado por la suerte de cansancio que el calor le provoca a sus pensamientos. La lectura, el cigarrillo y el café hervido, no es suficiente para ahuyentar el calor.

Entra una mujer hermosa, se sienta a unos metros de RAWI, abre su LapTop y comienza a teclear algo que seguramente esta a medias y RAWI se pregunta si será algún post, si será algún comentario, alguna triquiñuela del “Facebook”, quien sabe si un cuento, o una diatriba contra el servicio de TV cable. La mujer es blanca y tiene una apariencia de “neo hippie irredimible”, probablemente francesa.

MUJER:
Me taej un Ice tea… por favor
RAWI (meditando):
Est Incoryable! Es cambita, hubiera jurado que su extranjerismo es delicioso, pero anonadado como estoy, debo decir que su orentalismo es delicioso. Me pregunto si el aroma del Camel le es agradable, quien sabe si deba apagarlo y encender un cubano… no, no, no, muy presuntuoso e infantil, quien sabe si deba…

Se aproxima un espécimen de magnánima apariencia de “Australopithecus Robustus” pasado de peso, su sudor había marcado dos tonalidades sobre su camisa: azul oscuro y otro mucho más oscuro acuoso. El hombre tenía marcas oscuras sobre su piel clara, eran las que los pliegues de su gordura generaban por la fricción, sin embargo, su olor no era repulsivo ni su rostro, más lo era el peso, el aire que desplazaba su volumen, que impactaba contra el gracioso y cisnesco humo del cigarrillo de RAWI.
Cae el Telón, mientras las primeras notas de “Gold” de Glen Hansard, comienza a sonar.



ACTO 2. ESCENA 1
RAWI se desplaza en un taxi.
NARRADOR:
Vayamos desde el principio. Después de haber ultrajado a la sabana de cabalgadura y al monte fantástico, la gigantografía ha hecho su hogar en Santa Cruz y obliga a todo habitante o estante a creer que puede tener unos dientes tan blancos como los granos de maíz crudo, justo como de los que esta hecho el aceite de “arcor” súper light que sostiene la moldeo del lado y cuya cintura compite con la muñeca del reloj que se observa en la del lado que en realidad muestra la ventana entreabierta de una vagoneta en la que la familia camba viaja feliz al destino soñado “el plan 3000” (hasta ahí llevaron a RAWI la oleada de continuos billboards). En alguna oportunidad había hablado de tan digno barrio sin conocerlo, que magnifica explosión de olores y colores... La rotonda es un mundo minúsculo, en el que un hombre cuya belleza hubiera dejado por tierra a del mismo Paris, vestido con unas sandalias desgastadas, una polera que ni siquiera un naufrago atesoraría y un short de “Oriente”, ofreció a RAWI CDs de “Vicente Fernandez” y un tal “Winston Yandel”. RAWI Caminó sin entretenerse mucho, para que Beky no llamara mucho la atención. Encontró comida para desconfiar, bebida para desconfiar y una buena cerveza “Antartica” bien helada. Contrató un carretón para dar un par de vueltas, pero tanto bocinazo impidió su intento de evocar, sino invocar, el pasado. Se paró en frente de dos puteros clandestinos, en cuyas puertas contiguas las curvas sudorosas de sus samaritanas, le invitaban «Tengo ventilador, pase a mi pieza». Pero se le hacia tarde y tenía que poner en practica la tarea X-24-32-K.

ACTO 2. ESCENA 2
SOBRE la tarea X-24-32-K
Páginas extraviadas…
ACTO 2. ESCENA 3
RAWI camina solo, por las calles circundantes a la 24 de Septiembre, ingresa a algún café internet, para jugar algún juego tonto, ha decidido, ni revisar su mail, no vaya a recibir instrucciones de la OFICINANGA. Toma cuanto liquido puede y observa los escaparates de las tiendas. RAWI va meditando sobre el calor, el sudor, la piel, el cigarro y las hamacas.

RAWI (meditando):
Me pregunto si todos los nativos de esta tierra sienten este milimétrico hormigueo que siento en la piel. El sudor me hace pensar en hormigas, en una gentil marabunta que se alimenta de mi savia epitelial. Mas cuando observo las pieles que se muestran generosas a mi alrededor, encuentro seda, en lugar de hormigas.

“If you want me” de G.H. y Marketa Irglova, comienza a resonar en la mente de RAWI, cuando un par de pantorrillas llaman la atención a su cabeza agachada que buscaba fuego para su cigarrillo. RAWI camina en silencio, como si una extraña atracción hubiera obligado sus pasos a caminar a metros de distancia de la mujer. Desde luego, fue el parecido físico lo que llamó su atención ¿Qué podría estar haciendo, aquella belleza Kirguistana en medio de Santa Cruz?

RAWI (meditando):
Si pudiera retener el aire que exhala y pudiera respirarlo… quien sabe si lograría engañarme y creerme a cincuenta mil leguas, justo ahí, contemplando esos ojos de tiburón montaraz. Cada movimiento de la tela del vestido delgado actúan como seguramente lo hacen los vistosos anzuelos entre las acuosas imperfecciones que ve el pez vela en alta mar, justo antes de convertirse en trofeo.

La mujer ingresa a un Café Internet y RAWI la sigue. Ya no hay maquinas disponibles, sólo cabinas telefónicas, hace un par de llamadas y luego va en busca de su libreta de notas, para retratar el momento con descripciones ampulosas, como gusta hacer. Pero las palabras le faltan. Es el calor. Cierra torpemente su libreta y trata de imaginar qué es lo que escribe la mujer, trata de imaginar que es ella, a miles de leguas, escribiendo desde su oficina en Bishkek, el email que hace más de dos meses que no llega… Ahora, Glen Hansard y Marketa Irglova no tienen palabras para Rawi, sólo Joaquín Sabina: “Lo nuestro duró, lo que duran dos peces de hielo, en un whiskey on the rocks…”.

RAWI sale y camina sin esperanza, guiado por la noche, por su anhelo de toparse con algo o alguien fascinante que lo extraiga o adormezca, que lo convenza de hallarse en una Paris tropical llena de palmeras y mosquitos, en una Amsterdam, donde los mostradores femeninos carecen de vidrio o en una Tokyo que ha desterrado la tecnología de Akihabara por la entropía de Las Siete Calles. Pero en lugar de ello se ha encontrado con una mitad partida por la mitad, que le ha dejado el sabor de la calle vacía de la media noche, con una ventisca a la que le falta valor para convertirse en huracán de medio pelo. (Las notas de “All the way down” de G.H. ya están sonando con fuerza)



ACTO 3 ESCENA 1
SOBRE la tarea X-24-32-K
Páginas extraviadas…
ACTO 3 ESCENA 2
NARRADOR
La Feria del “Barrio Lindo”. Si acá hubiera terminado esta expedición urbana, RAWI se hubiera sentido más que satisfecho. Si hubiera necesitado alguna excusa para votar por el NO, no hubiera necesitado otra mayor que aquella indescriptible belleza de jeans descoloridos y polera negra anudada a la cintura.

RAWI (meditando):
Todo lo que sé de la belleza femenina acaba de sufrir una fractura. Una magnánima contradicción. Una visión de piel canela se me ha revelado exhibiendo un “NO” en el pecho, como un ominoso designio. “NO me conocerás”, “NO me tendrás”, “NO respirarás mi aire”, “La luciérnaga de tu cigarrillo NO alumbrará nuestra exhausta intimidad”, “NO smoking”. Eso es el colmo… me ha mirado y en lugar de la clásica y confortable invisibilidad que genero en el género femenino, me ha mirado directamente a los labios que exhalaban mi humo espeso… ha atravesado mi comodidad con una desaprobatoria mirada. Adiós la quimérica esperanza de pedirle las llaves de la ciudad prohibida, adiós la esplendida idea de solicitar su nombre para inmortalizarlo en un poema de literatura de toilette.
NARRADOR
La mujer se fue. Pero mientras se alejaba dejo en RAWI la impresión de llamarse Magdalena, digno nombre de una hembra, como otra, “que hasta el hijo de un Dios… que una vez que la vio… se fue con ella…” (Suenan las notas de “Falling Slowly” de G.H. y M.I., con una octava más, el eco de los tacos de los afrodisiacos tacos del NO)

ACTO 3 ESCENA 3
Café Lorca
Rawi se encuentra en bebiendo café y fumando un cubano… lee sus notas y las alterna con algo de Yukio Mishima y su novela que no se deja dejar, escribe el cuento que cree que por fin ganará el Premio Franz Tamayo, pero sabe que ni siquiera vera la luz de un cabezal de impresora. Se sienta como lo haría alguien en el metro, atento a todo lo que pasa a su alrededor, pero aparentando no prestar atención a nada. Se siente satisfecho. El trabajo que vino a hacer, esta prácticamente hecho. Lo que vino a llevarse en su cuaderno de notas, esta prácticamente como esperaba, sin una sola letra importante. No ha visto ni recopilado nada sobre los bloggers, no se ha encontrado con nadie (sin dobles intenciones).

MUJER:
Tenei fuego

El acento chileno sonó a invitación, una invitación que RAWI estaba dispuesto a dejar pasar… pues no quería un amor civilizado del siglo XXII, del sofá y buenas noches de madrugada, del preservativo incongruente y la higiene que taladra la comodidad de las dos semanas. RAWI no quería su Santa Cruz con remordimientos, pues si los iba a tener, prefería que sean del corazón y no sólo del calzón. RAWI acero su encendedor hasta la mano de la mujer.

MUJER
Gracia

RAWI sólo asintió.

Si bien permaneció en Santa Cruz dos días más, bien se podría decir que no se movió de ese lugar y al imaginario piano de su amanecer no abandonó su nube de humo ni dejó el ardor de sus pensamientos. Ahí sentado, RAWI, vestía una y mil veces a su belleza Kirguistana con una polera que tenía un gran NO en el pecho y por alguna magia de la Matrix, llegaban cariñosos mails perfumados que atravesaban los océanos y mares y se cargaban con el sabor de los besos interminables de los amantes, que duran lo que duran dos peces de hielo en un whiskey on the rocks…


Gracias.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Mujer Lejana




Dios me ha concedido la gracia de contemplarla y con la mirada palparla, mientras trato de sentir con los ojos lo que deseo sentir con las manos y que después mi tacto se haga hielo si no encuentra más calor que el que su sonrisa emana; porque sé que debe ser mía aunque ella misma no lo sepa; mía porque el cielo lo ha dictaminado con sus estrellas el día de su santo y con la luna cercana a la tierra las noches de sopor en que sus sueños me evaporan. Mía con la razón de la tierra que alberga su aroma de hembra fértil y me hace desear cultivar sus jardines y cosechar su única flor y así tullida, pero aun hermosa, asentarla en aquel trono en el que con un sólo cirio, miles de veces encendido, aceites e inciensos, sería adorada mi deidad única y mi vida en vida y mi vida en muerte. Porque con ésta pasión con que mis palabras brotan sea recompensado en mil por ciento y sea infinitamente amado, como lo es ella, aunque lo ignore.


Porque éste mensaje que ésta botella alberga, llegue hasta su puerto y allí encuentre anclaje y permita que se construya un faro entre las grietas de su corazón para que su luz circular me guíe por siempre salvo; sorteando los acantilados de los temores y de los miedos que su belleza me causa. Sean sus ojos luz divina y sus cejas y pestañas portadoras de augurios, para que su mirada por ellas compuesta, pose sus bondades sobre mis ojos tristes y de luz llenen mi camino. Sea su discreto busto, un sucinto manantial materno y adopte con caricias crema a mi cabello atormentado y finalmente, sean sus caderas amplias, flanqueadas por sus muslos exuberantes, largos y amazónicos, un gentil mausoleo de mis ansias y me acojan por siempre muerto. Muerto, porque mi ser no vivirá un segundo más sin mi deidad; muerto, porque cual mártir deseare inmolarme para ella, sólo por haber tenido la gracia de contemplara y con la mirada palparla y hacerla mía en éste instante, aunque al decirle «buen día señorita», mi voz se quiebre por los temores y los miedos que su belleza me causa y me hunda en las sucias cerdas del trapeador: mi herramienta de trabajo, mientras agacho la cabeza violentamente para ver el piso que es hermano de mi realidad y no ver sus piernas que se alejan con el sinfónico sonido de sus tacos en el mármol, mientras ese «hola» desganado sale de su boca al caminar.
Pero aunque fuera un insulto mis oídos lo esperan para estremecer mi cuerpo cuando lo sienten y entonces mis ojos entrecerrados, hacen temblar los parpados débiles y embriagados por el ajenjo de su aroma y en un temblor aprieto el lampazo y los dientes y me siento satisfecho con aquellos segundos que tarda mi deidad cada mañana en atravesar el lobby mientras yo trapeo el mármol. Desde ese momento sueño un instante de 24 horas hasta que mis sentidos se aclaran justo cuando veo en la entrada su radiante y milagrosa silueta y vuelvo a vivir toda una vida en unos segundos mientras la siento mía en aquel vestíbulo.

martes, 18 de noviembre de 2008

Tapále con tu rebozo Llorona

«Te tocó bailar con La Llorona Carlitos…» Esas fueron las últimas palabras que escuchó mi hermano, mi carnal.

El macho de hueso colorado más macho que caminó por estos laredos, mi carnal, nació de seis kilos y medio, dos de los cuales, así de escuincle, eran nomás puro garrote y huevos. Muchas son sus hazañas y se seguirán contando mucho después de su muerte y de mi propia muerte.

Cerca de las nueve de la mañana, el ruido de la ducha me despertó, me levanté y fui hacia la cocina, pero al pasar por el baño, vi a mi carnal con la Chabela cogiendo bajo el chorro, la Chabela estaba suspendida en el aire, en vilo por la potencia del arma de mi carnal, gozaba en extremo, me vio y me mandó un beso. Me fui.





Al medio día regresé con las provisiones, Chelelo me dio tres cuetes, dos nueve milímetros y una 44 especial. «La de Harry el sucio, es pa' tu Carnal». Mascaras, bolsas grandes, ropa lycra y todo lo que habíamos previsto, «Bonnie y Clide y su mascota» decía mi carnal de nosotros tres. Era la primera vez que íbamos a robar un banco tan grande, en pleno centro de la ciudad, lleno de feria: dólares y dólares. Chabela se encueró y se puso delante de nosotros su lycra… para probar, puta madre que hembra, que tetas, que culo… sólo mi carnal se puede estar chingando una vieja así, que piel más rica, esa partecita que aparece hundidita en el lugar de la columna, ahí justo antes que se empiecen a elevar las pompas, esa partecita es mi favorita.

Cuando la conocí a la Chabela, llevaba un top que dejaba ver toda su cintura y ahí nomás le vi la espaldita y me encantó, me lancé y me la llevé a casa pa’ echarnos unos tequilitas, se estaba nomás dejando, pero nomás tantito, hasta que llegó mi carnal con su ruca y los cuatro le entramos a los tequilas, yo me dormí y me desperté al día siguiente. La Chabela estaba en la cama de mi carnal, cogiendo, como hacen siempre que se despiertan. Me fui.

A eso de las tres de la tarde partimos rumbo al City Bank de la Zona Rosa. Antes de salir de la casa, Chabela se persigno delante de una imagen de Pancho Villa, que, nosotros los bandidos como él, tenemos por santo protector. Repasamos el plan. «Tu te echas a los dos azules de la puerta, mientras yo me echo a los del fondo, y tu mija te quedas en la puerta con el patas de hule encendido, si oyes disparos, entras soltando tiros, salimos los tres y escapamos por el camino a Tamaulipas. ¿Esta claro?». Chabela y mi carnal se besan mojándose con las lenguas toda la boca, aun falta pasar por la “Colonia del Herrero”, el plan se sigue repasando, mi carnal, me sigue dando indicaciones, hay que hacer las cosas de volada, si te entra miedo, nomás aprietas los dientes, chavo, o mejor los huevos, pero eso sí, sin vacilar y nada de pesos, sólo dólares carnalito. Se acerca y me da un beso en la frente y luego me sacude el cabello con cariño, Chabela me mira por el espejo y le correspondo. Son las cuatro, no hay trafico, las calles están queditas, nos ponemos las mascaras y entramos soltando tiros. Entre todo el desmadre de cuetes, caen los azules y, la neta, sin querer, un chavo cajero, mi carnal se queda vigilando que nadie haga nada, mientras yo lleno las bolsas con dólares. Salimos de volada. «Pisale, pisale, pisale» y la Chabela lo hace.

Llegamos cerca de la salida a Tamaulipas. «Pancho Villa y Virgen de Guadalupe, Gracias» Nos bajamos para cambiar de patas de hule y ahí merito. «Te tocó bailar con la llorona Carlitos…» el cuete retumba y la sangre de mi carnal me salpica la cara.



Varias semanas habíamos planeado el robo, pero hace cinco días, una noche que mi hermano llegó bien pedo, la Chabela se metió en mi cama y me despertó mamándomela, cogimos hasta entrada la mañana y después planificamos todo, «cuando cambiemos de patas de hule me echo al cabrón del Carlos» me dijo la Chabela.

Guardé las bolsas con los dólares en el baúl mientras Chabela sacaba las petacas del otro baúl y ahí nomás, antes de encender el patas de hule, le eche un cuete a la Chabela, «los machos no merecen morir así mija…» esas fueron las últimas palabras que escuchó la Chabela. Me fui.

Rawi: Sonora, 20 de abril de 2001.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Parecido a algo más

Cuando tenía 13 años, hubo un concurso de escritura creativa en mi colegio. Aunque este episodio tiene la mala reputación de ser recordado sólo por mí, hay quienes entre ciertas nebulosas recuerdan algo al respecto.
Resulta que había escrito mi primer poema, cuyos dos primeros versos reflejo a continuación:
“rosas, rosas…
rosas rojas, como la sangre de Jesús y de
todos los hombres”
Colina abajo desde ahí. Pero habían algunas luces que hacia parecer, a mi colección de 8 poemas, algo fuera de lugar de los primeros cursos de secundaria (intermedio se llamaba en mis épocas). Así que cuando hube terminado de leerlos delante del tribunal calificador, la profesora de Lenguaje y Literatura sentenció: Buen collage. El profesor de Filosofía de Medio dijo: Las grandes mentes piensan parecido.
Desde luego ambos estaban equivocados. No había nada de gran mente en mis poemas de bautismo literario y desde luego no era un collage ¡era un gran plagio!
Desde esa época que padezco tal estigma, siempre que hago algo, se parece a algo más, ya sean poemas, cuentos o guiones. Lo único que he hecho que no se parece a algo más es mi primera novela (tamaño desastre tiene que ser único para que el Universo se mantenga en equilibrio). En algunos casos después de hacer algo que creo mío, recuerdo donde lo vi por primera vez y en otros casos, alguien me hace saber donde lo vio por primera vez. Así que decidí, conscientemente hacer algo que se parezca a algo más.
Lo hice Voluntariamente.

Me suena…

Al pasante del Gran Poder de 1979
Al muñecudo que me acomodó en la aduana por tres meses
A la dueña del pecado placentero en Villa Fátima
Al docente de la San Andrés que me pidió unos pesos para el 51
A la vieja que vendía las hierbas de la inspiración en la trastienda de su farmacia
Al hombre del Té con Té en la timba y el boliche
A las noches enteras de singani remojado en el botín de Sáenz,
que sabía a ajenjo...
A la hembra de moral distraída del palacio quemado:
a la salud de sus interminables piernas
A la batea y sus caricias amargas
A los 19 días con la mujer que olvidó su estado civil
Al perro de su vecina que se quedó con mi zapato,
cuando el marido volvió
A la oportunidad de librarme de la tristeza de un escritorio
A la ignorancia de la que me libre por no asistir a la escuela
A los tres hombros que me faltan para llenar el poncho de Tamayo
A los remiendos que le falta a mi ropa de aparapita burgués
A esta tos de singani con derby que me muero por toser
Al perro con corbata que heredé de Viscarrowsky
A las noches de la Pérez y su hija bastarda la 21 de Calacoto.
A todas esas causas puede usted atribuirle mi mal
¿Que especialidad me recomienda?


Gracias.

martes, 4 de noviembre de 2008

De regreso, con mis escritos.

Después de haberme extraviado en pensamientos, que han incluido reseñas pseudo históricas, sobre curiosidades, simbolismo y otras cosas secundarias. He decidido volver. Volver atraído por haber visto un par de alas rotas.
Volver porque me encuentro con cierta depresión, pues algunos días faltan para acabar este año y una vez más no he visto mi libro entre mis manos.
Volver porque las sensaciones y sentimientos se contagian, pues se de personas que en este momento sienten como yo, cierta depresión.
Volver pues he leído cosas que me han devuelto la impresión impresionable del mundo que me gusta sentir, ese perpetuo imaginario en que todo lo real se desnuda, para luego vestirse con camuflaje de comedia, de tristeza, de deseo.
Estoy de regreso a mi nido, a mi círculo interior, a aquello que muchas veces me ha servido de celda y de refugio, mis escritos.
A continuación, ofrezco a ustedes, un poema que escribí… para mi musa…



Azul

Y tu: azul
en el lecho,
te tiñes de victoria
celeste
después de haberme matado un poco
después de haberme tenido por arma
y haberte matado un poco conmigo.


Gracias.

jueves, 30 de octubre de 2008

Señas y Símbolos

Bueno, después de una no exhaustiva revisión de fuentes, tuve que acudir a aquella que me causo la mayor impresión. Es un libro, sobre el que no he hallado referente en internet, se titula “Todos somos extraterrestres” (aunque la traducción puede no estar acertada), no recuerdo el autor, pero era un libro de tapa dura ploma y hojas de papel sabana, lo extraje del baúl de “secretos” de mi padre y lo leí a una edad en que no pude analizarlo o apreciarlo con totalidad. En fin, el libro trata sobre los orígenes de la humanidad, fuera de este mismo mundo, no la vida, sino la humanidad. La cultura, las creencias, etc. Habla de que la vida en la tierra llegó hace miles de años a un apogeo y tamaño similar al que tenemos ahora, inclusive población y pasó “algo” que causo una destrucción de la civilización que supuestamente era mundial. Tras muchos años, los científicos, han hallado pruebas de ese “algo” en la mitocondria de nuestras células, marcas indelebles de haber tenido que recurrir hasta la endogamia para sobrevivir. A ello se suma el estudio conjunto de la National Geographic y Discovery Channel, que concluyeron, que todas las razas actuales podrían haber nacido hace cerca de 15.000 años de un sólo y mismo núcleo familiar (¿Adán y Eva?). Bueno, pero esa es materia de otra discusión.


En el libro (de origen italiano, por cierto) se habla de cómo se ha diversificado la cultura después de ese “algo” y como los seres humanos han tratado de recordar ritos y celebraciones que les habían sido enseñadas y desde luego la misma tecnología y técnica, que habían aprendido por siglos. Pero desde luego, muchísimo de lo que sabían se perdió. Las sociedades nacientes, hurgaron en la naturaleza, en su misticismo, en sus recuerdos sociales y dieron a luz una nueva forma de rito, de cultura, de religión y de tecnología. Uno de los capítulos, estaba destinado a las sociedades secretas del hombre moderno. Ahí por supuesto, bailan desnudos ante la luna del equinoccio, desde Templarios hasta Masones.


Supuestamente, en 1919, se fundó la “Sociedad de Thule”, un club de aristócratas austriacos que mezclaron posiciones políticas racistas y xenófobas con mitos y ritos nórdicos. Hitler era miembro. Resulta, que en el emblema de la sociedad, puede apreciarse la esvástica levógira, que como bien se sabe, tiene múltiples orígenes y significados, ellos la copiaron de la mitología hinduista, del culto a la diosa Khali. Debo mencionar, que se creían herederos culturales y archivistas de la Orden de los Caballeros Teutones (Vieja orden de Caballería). En fin, crearon un brazo político, que se convirtió en el Partido Nacional Socialista y todos sabemos “el resto”. Algo que queda entre “el resto” y ahora, es que durante el mandato de Hitler, se creo la “Ahnenerbe” que supuestamente era una división de investigaciones culturales y herencia ancestral de los arios y que dependía del Ministerio de Educación. Lo que “se cree” es que la Ahnenerbe, era un grupo de arqueólogos que iban por el mundo, buscando artefactos de poderes místicos y religiosos que garantizarían la victoria al III Reich (Son los que se tiran contra Indiana Jones). De cualquier manera, Hitler creía firmemente en lo esotérico, lo oculto y lo misterioso y le iba bien en la guerra.


Al otro lado del Canal de la Mancha, un par de escoceses, acudieron a Winnie, para decirle que necesitaba un símbolo que contrarreste la esvástica. Así que ellos le dieron una versión invertida de los “Cuernos de Cabra” Se cree que el símbolo original es con los dedos índice y medio extendidos y los otros flexionados, pero la palma hacia adentro. La versión invertida es la que hizo popular Winne, como la “V” de la victoria y que se tergiversó como símbolo de la paz. Ahora bien, en sentido puramente esotérico, esa seña original (con la palma hacia adentro) significaría “te deseo victoria” y la invertida, la que uso Winne: “te deseo derrota”.

Parece haber funcionado como un símbolo poderoso en contra de la esvástica. Cabe mencionar, que estos dos Escoceses podrían haber sido miembros de los Illuminati, pero de seguro eran Masones, al margen de que hay quienes sostienen que los Masones son un núcleo interior de los Illuminati (ya saben 13 grados, 4 de Vivero, 5 de Francmasón y 4 de Maestro Misterioso).

Bueno, suena a un buen cuento misterioso, ¿verdad? Más si mi principal fuente, son los recuerdos de un libro que leí hace más de 18 años, pero si buscan en la red, encontrarán cosas que están ahí y significan algo. Quien sabe si son la gran mamada como lo fue “El Necronomicon” durante muchos años, o como lo fue la primera radiotransmisión de “La guerra de los mundos”, que hasta provocó una audiencia del Senado de los Estados Unidos.
En definitiva, tomen éste articulo, como quieran.
Gracias.